Ayudando a nuestros hijos tras un desastre natural

Se aproxima la época de huracanes y nuevamente nuestra ciudad es vulnerable a sufrir desastres naturales. Sabemos que sobreponerse a un desastre natural es difícil para cualquiera, sin embargo hay que tener presente que los menores tienen menos recursos y necesitan más apoyo. Por eso, los adultos debemos cuidarnos bien para poder brindar el cien por ciento a nuestros hijos. También debemos recordar que tomará tiempo recuperarnos física, mental y emocionalmente.

Los niños y jóvenes muestran una variedad de reacciones a un huracán u otro desastre natural. Las reacciones de estrés típicas incluyen ansiedad, pensar más en el peligro y la seguridad, dificultad para dormir, pesadillas, miedo a la soledad, irritabilidad y cambios de humor, tristeza, dificultad para concentrarse, y cambios en el rendimiento escolar. Tales síntomas pueden persistir aún mucho tiempo después del evento. También hay niños que no parecen reaccionar en lo absoluto; una reacción tardía puede ocurrir mucho más tarde, cuando el niño se siente seguro de nuevo.

¿Qué necesitan los niños después de un desastre natural? ¿Qué podemos hacer para ayudarles a sentirse seguros y poder seguir adelante?

  • Aunque no siempre es fácil, es importante mantener la calma. Los niños están muy sintonizados a nuestras propias reacciones y modelan su propio comportamiento en lo que observan. Eso no quiere decir que no debemos mostrar emociones negativas o estrés. Lo que significa es que debemos modelar para nuestros hijos la comunicación y gestión de las emociones negativas de una manera saludable.
  • Los niños necesitan saber que ellos estarán seguros y protegidos. Las explicaciones sencillas sobre lo que ha ocurrido y mostrar que estamos abiertos a responder cualquier pregunta, abren los canales de comunicación y permiten que los niños compartan abiertamente preocupaciones e inquietudes. Por el contrario, no debemos hacer promesas que no podamos cumplir, ni grandes declaraciones que no podamos probar. Por ejemplo, debemos evitar las frases “todo está bien” o “todo va a ser igual que antes” cuando eso no es cierto.
  • Es importante dejar que los niños compartan lo que piensan y sienten de manera apropiada. Un ejemplo de esto sería usando sus palabras o a través del juego. Aceptar sus sentimientos y normalizarlos sin tratar de cambiarlos, minimizarlos o negarlos les ayudará a sanar y seguir adelante. Asegurándoles que no son los únicos que se sienten así, los ayudará a aceptar sentimientos difíciles. Recuerde que a veces se procesan los eventos traumáticos a través del juego de simulación.
  • Limite excesivas noticias y conversaciones de adultos delante de los niños. Absorber información pasivamente contribuye a la ansiedad y el estrés. Nuestros niños están escuchando e interpretando, aunque parezcan estar ocupados de otra manera. Sus herramientas limitadas de comprensión o auto-expresión pueden dejarlos con un montón de emociones, pero con muy pocas formas de expresarlas.
  • Si ven un poco de noticias, señale los ayudantes y los héroes (policías, bomberos, voluntarios de la iglesia, Cruz Roja, etc.) que están haciendo bien y ayudando a los demás. Aunque haya habido una tormenta devastadora podemos ver a nuestros vecinos y comunidades poniendo lo mejor para ayudarse unos a otros.
  • Ayudar a los demás es una gran manera de sanar y recuperarse; sentirnos útiles nos calma. Capacitar a los niños dándoles tareas apropiadas a su edad que puedan controlar como hornear, rezar por la comunidad, limpiar, chequear con los vecinos, hacer voluntariados en la iglesia, dibujar tarjetas de gracias para los rescatistas.
  • En la medida de lo posible, mantenga o restablezca rutinas. Previsibilidad y estructura les darán a nuestros hijos un sentido de control, así como consistencia para aferrarse en tiempos impredecibles y caóticos.
  • Llame al pan, pan y al vino, vino. Reconozca que lo que ocurrió fue difícil y traumático. Llamando a las cosas por su nombre valida los sentimientos difíciles y confusos que estamos viviendo y nos permite sentir el duelo y seguir adelante.

¿Cómo sé si mi hijo necesita ayuda adicional?
Si los síntomas interfieren con las actividades habituales, cambian el comportamiento, o persisten más de cuatro semanas después del desastre.
Si su hijo se obsesiona con el evento, está muy agitado, exhibiendo comportamiento peligroso o desprendimiento.

Los desastres naturales, especialmente aquellos tan monumentales como el huracán Harvey son un reto. Sin embargo, también presentan una oportunidad para unirnos como familia y como comunidad para demostrar nuestra compasión hacia los demás. Cada vez que demostramos bondad hacia nosotros mismos, hacia nuestros hijos y nuestra comunidad, nos ayudamos unos a otros a sanar y a combatir el trauma. Al final, la compasión convierte un desastre en un ejercicio de la capacidad de recuperación humana que nos da Dios.


Lourdes Valdés

Lourdes Valdés - Ph.D. Psicóloga clínica

Lourdes M. Valdés, Ph.D. es psicóloga clínica acreditada con más de 20 años de experiencia en el campo de la salud mental. La Dra. Valdés, quien domina el inglés y el español, realiza psicoterapia individual, familiar y de grupo con niños, adolescentes y adultos en la ciudad de Katy, Texas. Recibió su doctorado en la Universidad de Pittsburgh y terminó su internado de psicología clínica en la Escuela de Medicina de Baylor College y en el Texas Children’s Hospital. Puede escribirle a: lourdes@drvaldes.net o visitar: www.drvaldes.net

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