Inculturación hispana en los Estados Unidos

En todas las sociedades existen personas que no aceptan al inmigrante, no  sólo ocurre en los Estados Unidos. Discriminación, envidias y críticas son una realidad en cualquier sociedad, incluyendo nuestros países de origen. No obstante, esa actitud de rechazo disminuye y hasta desaparece, cuando se da la inculturación.

Inculturación es la capacidad de injertarse en una cultura diferente, sin perder la propia identidad, disponiéndonos a aprender y compartir todo aquello que nos ayude a conseguir una mejor integración en los diferentes aspectos de la vida. San Pablo decía: “Examínenlo todo, y quédense con lo bueno” (1 Tes 5, 21).

Nos inculturamos cuando nos adaptamos, respetando el estilo de vida de las personas de la cultura a la que llegamos. En nuestro caso quizás, no tirando basura en la calle, manejar respetando los límites de velocidad, llegando puntuales al trabajo; celebrando los elementos particulares de nuestra fe con toda la parroquia, no únicamente con la comunidad hispana; asistiendo a las reuniones de nuestros hijos en la escuela y haciendo trabajos voluntarios en la comunidad.

Inculturarnos nos hace crecer, haciéndonos más fuertes como personas, familias y grupo social porque en la medida en que nos incorporamos a la nueva cultura, logramos también inyectar nuestra propia cultura a las personas con quienes convivimos. Como fruto de la inculturación, el mexicano quiere comer pupusas y al salvadoreño le gustan los burritos, y todos aprendemos a comer hamburguesas.

Por otra parte, la resistencia a inculturarse por parte de muchos adultos hispanos afecta la inculturación de sus hijos, quienes a veces ya han nacido aquí y son ciudadanos americanos. Cuando los padres de familia le hacen creer a sus hijos que ellos son de otro país, no de donde han nacido, éstos crecen sin amor por su país de origen pues creen que pertenecen al país de sus padres y, en muchos de los casos, acaban limitados de oportunidades debido a esa confusión de identidad.

¿Qué necesitamos los hispanos para inculturarnos en Estados Unidos? Antes que nada, aprender el idioma y participar en las diversas actividades con las personas de nuestra comunidad. No contribuye al avance de la inculturación el encerrarnos en nuestro grupo étnico.

¿Por qué es importante inculturarse? ¿Quién tendrá más éxito, el japonés que nace en México, y sin renunciar a su cultura japonesa se injerta en ese país y lo transforma, o aquél que se niega a inculturarse? ¿Han escuchado a Carlos Kasuga, director de Yakult en México? Él tiene un gran amor por su país (México) y ha buscado enriquecerlo con su propia cultura japonesa. Por tanto, ¿tendrá más éxito el hispano que llega a Estados Unidos y decide inculturarse o aquél que prefiere vivir en Estados Unidos como si viviera en su país de origen, encerrado en su cultura? ¿Cuál de los dos modelos logrará inculturar o transformar más a la sociedad norteamericana?

Los invito a reflexionar: ¿Estamos trabajando para inculturarnos e inculturar a nuestra familia, parroquia, la escuela en donde estudian nuestros hijos, el vecindario, o permanecemos encerrados en nuestro propio círculo? ¿Qué acciones concretas podemos realizar como familia para inculturarnos mejor en este país?


Padre Marco Lopez

Padre Marco Lopez

Padre Marco López es originario de El Salvador, país donde fue ordenado sacerdote en la diócesis de San Vicente. Ha ejercido la mayoría de sus diecinueve años de ministerio sacerdotal en los Estados Unidos y actualmente es pastor de la parroquia y escuela San Andrés, Riverton, en la diócesis de Salt Lake City, Utah. Es parte del equipo eclesial que coordina la Región 14 del Encuentro Matrimonial Mundial y desde el 2011, es asesor diocesano de este movimiento en su ciudad.

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