Tocamos Dios

Siempre se dice que “hay que tocar fondo” para salir mejor. Hace unos días escuché que no tocamos fondo, sino que “tocamos Dios”. Eso fue lo que vivimos muchos de nosotros el año pasado.

Al igual que a muchos, el año 2017 se me pasó más rápido que de costumbre. Al inicio del mismo estaba yo ansiosa de comenzar una nueva década de mi vida.

Durante la celebración de una quinceañera, una amiga y yo comenzamos a bromear diciendo que celebraríamos mi “Sixtiañera”. ¡El evento iba a ser lo máximo! Con chambelanes, mesa de dulces, baile sorpresa y sobre todo, no podrían faltar los mariachis. Conforme pasaban los meses, más se hablaba de la celebración pero era imposible imaginar las sorpresas que ese año traería.

Como todos sabemos, el año pasado fue de muchas catástrofes naturales en todo el mundo. Houston, la cuarta ciudad más importante de los Estados Unidos fue afectada de una forma jamás vista ni esperada. El devastador huracán Harvey dejó una marca imborrable en nuestra ciudad.

Al comienzo del verano empecé con síntomas que parecían de alergia. Cuando se agravaron dejé de creerme la “mujer maravilla” y fui al médico, el cual me diagnosticó bronquitis.  Semanas después de haber terminado el tratamiento, los mismos síntomas regresaron potenciados por Harvey, y me pusieron en cama y sin poder respirar. Fue ahí cuando me di cuenta de lo valiosa que es nuestra salud y aún el solo hecho de respirar, lo cual es un verdadero regalo de Dios.

Recuerdo haber pensado en todos mis seres queridos, en los que ya no están conmigo y los que tengo todavía. Le daba yo gracias a Dios por haberme permitido crecer con mis padres y mis hermanos. Di gracias también por mi esposo, mi hija, mi nieta. Pensé en todos los años que desperdicié sin tener una relación con Jesús y en la dicha de haberlo encontrado aunque fuera tarde en mi vida. Todo en mi vida tomó un valor distinto.

Definitivamente todos fuimos afectados de muchas maneras, pero como dicen, Dios trabaja en nosotros de un modo que nunca vamos a poder comprender. En la ciudad, pudimos ver la bondad de las personas ayudándose unos  a otros, creciendo más fuertes. Y yo en lo personal, pude analizar lo que había hecho con mi vida el medio siglo que ya había vivido.

Siempre se dice que “hay que tocar fondo” para salir mejor. Hace unos días escuché que no tocamos fondo, sino que “tocamos Dios”. Eso fue lo que me pasó. Tuve que llegar a un lugar donde me sentí perdida, vulnerable y sin salida para poder valorar lo que realmente tiene un valor incalculable en mi vida y reconocer nuevamente el amor que Dios tiene por todos nosotros.

¿Qué pasó con mi “Sixtiañera”? Pues sí, finalmente celebramos el inicio de mi nueva década. No con tanto “rollo” como lo habíamos pensado, pero sí rodeada de familia y amigos que de una u otra manera han tocado mi vida. No hubo baile sorpresa ni chambelanes, pero sí bailamos, cantamos y disfrutamos de una hermosa velada ¡acompañados de un buen mariachi!


Beatriz Green

Beatriz Green

Beatriz Green nació en la ciudad de México y migró con su familia a los Estados Unidos en 1976. Casada con William, disfruta viajar y pasar tiempo en familia, la cual incluye a sus dos hijos, Sandra y Alberto, y su nieta Trinity. Beatriz es egresada de la Universidad de Houston y desde hace 14 años trabaja en la Parroquia Católica San Cirilo de Alejandría como coordinadora del grupo de jóvenes de Junior High. La mayor inspiración en su vida han sido su papá y su hija.

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